"Quiero, para componer castamente mis églogas,
dormir junto al cielo, como los astrólogos,
y, vecino de los campanarios, escuchar soñando
sus himnos solemnes llevados por el viento.
Las dos manos en el mentón, desde lo alto de mi buhardilla
Veré el taller que canta y que charla;
las cañerías, los campanarios, esos mástiles de la ciudad,
y los grandes cielos que hacen soñar de eternidad.
Es dulce a través de las brumas, ver nacer
la estrella en el azul, la lámpara en la ventana,
los rios de carbón subir al firmamento
y la luna derramar su pálido encantamiento.
Veré las primaveras, los veranos, los otoños;
y cuando vendrá el invierno de nieves monótonas,
cerraré por todas partes puertas y postigos
para levantar en la noche mis maravillosos palacios.
Entonces soñaré horizontes azulados,
jardines, surtidores de agua que lloran en los alabastros,
besos, pájaros que cantan noche y día,
y todo esto que el idilio tiene de más pueril.
El bullicio, tempesteando vanamente en mi cristal
no hará levantar mi frente de mi pupitre;
pues estaré sumergido en esta voluptuosidad,
de evocar la primavera con mi voluntad,
de arrojar un sol de mi corazón, y de hacer
de mis pensamientos ardientes una tibia atmósfera."
Charles Baudelaire
